martes, 26 de abril de 2011

Saritnem.

Que nombre tan erróneo, cuantos títulos falsos, cuanta equivocación, cuanto tiempo perdido. Creyeron que era así y luego cayeron en la cuenta de que se había desgastado, o que tal vez nunca fué.
 Lástima, y pena dan después, aquellos que no supieron valorar lo pequeño pero real que se les dió, ni lo mucho que perdieron. Cuando se acuerden de aquellos va a ser tarde; cuando puedan ver que ni siquiera eran necesarias tantas palabras escondidas en frases ni tantas caras falsas, máscaras de la verdad, y la decisión de decir las cosas por delante, van a añorar aquello que no llegaron a conocer.
Y en un momento, van a darse cuenta de que vivieron con los ojos tapados, los oídos sordos, y el sentimiento intacto, pero la boca siempre abierta para poder hablar, y dedos hábiles para escribir y esconderse detrás de algo. Lástima y pena me dan después de tanto que se intentó y lo poco que intentaron. Del sentimiento que se les regaló y lo poco que significo para ellos.
Qué triste es haber llegado a este punto de dañar sin pensar, de creer cualquier cosa y no preguntar, de tomarse todo a mal solo para desacreditar al otro. Tarde nos vamos a acordar. Tarde, fue cuando se acordaron ya de tantas cosas.
Empecemos a mirar, a ver, a escuchar, a analizar, a solucionar, a  acompañas, a ser honestos.
Abrir los ojos, abrir los sentidos.


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