lunes, 28 de febrero de 2011

Smile, even if you don't have lips -

Ella amaba sonreír, pero su sonrisa no tenía forma de sonrisa. Por más que intentara no podía, sus comisuras no subían hacia arriba curvando sus labios. Aunque tal vez, podría ser la sonrisa más hermosa, para aquel que supiera apreciar su belleza.

domingo, 27 de febrero de 2011

All I wanted was you

Capítulo 2

(7 MESES DESPUÉS)

Ruido de bocinas. Alarma. Ese día era la mudanza. Iba a dejar ese lugar para ir a vivir, junto con Christian y Alice, a una casa gigante en Sydney, con patio, pileta, árboles, pisos de mármol y madera, habitaciones gigantes.
Tenía que terminar de guardar cosas, sobre todo encargarme de aquella habitación en la que no había entrado durante 7 meses.
Me levanté, me cepille los dientes, desperté a Alice y nos metimos en la habitación. Estaba intacta, como cuando Dante habitaba ese lugar, solo que el placard estaba vacío. Estar allí me traía miles de recuerdos, era como despertar después de un largo sueño y redescubrir las cosas, los colores, los recuerdos, las personas. Me senté en la cama y empecé a sacar y guardar sin ver, cosas de  un cajón. Pase al segundo, y cuando estaba por meter un viejo libro en la bolsa, noté el papel rosa que sobresalía de él. Era un sobre, que en la parte frontal decía en negro, grande y claro ‘Alex’. Dentro había una llave, y una carta. Sorprendida porque estuviese dirigida a mí, la abrí. Estaba fechada el día de mi cumpleaños, tenía una parte escrita cuidadosamente y otra escrita con trazos gruesos y rápidos. Decía algo así: 

"26 de Febrero de 2017

A la creadora de Dragon Fly: [...]

Certeza

¿Cuál es la necesidad?¿Qué tengo que hacer? ¿Aguantarme? ¿Creer? ¿Tener esperanza? ¿Deprimirme? ¿Asustarme? ¿Ponerme feliz?. No quiero ninguna. Prefiero olvidar, y no tener que pensar nada, porque si escucho otra vez algo así, si te siento cerca, voy a resbalar, a caer, y tal vez no sea una razón válida para golpearme.
No estoy segura de lo que quiero, pero sí estoy segura de que no quiero creer cualquier cosa, quiero saber que es real, solo eso, y tenerlo claro. Certezas.

sábado, 26 de febrero de 2011

La fábula de los Tres Hermanos.

 Había una vez tres hermanos que viajaban a la hora del crepúsculo por una solitaria y sinuosa carretera. Los hermanos llegaron a un río demasiado profundo para vadearlo y demasiado peligroso para cruzarlo a nado. Pero como los tres hombres eran muy diestros en las artes mágicas, no tuvieron más que agitar sus varitas e hicieron aparecer un puente para salvar las traicioneras aguas. Cuando se hallabar hacia la mitad del puente, una figura encapuchada les cerró el paso. 
 Y la Muerte les habló. Estaba contrariada por que acababa de perder a tres posibles víctimas, ya que normalmente los viajeros se ahogaban en el río. Pero ella fue muy astuta y, fingiendo felicitar a los tres hermanos por sus poderes mágicos, les dijo que cada uno tenía opción a un premio por haber sido lo bastante listo para eludirla. 
 Así pues, el hermano mayor, que era un hombre muy combativo, pidió la varita mágica más poderosa que existiera, una varita capaz de hacerle ganas todos los duelos a su propietario; en definitiva, ¡una varita digna de un mago que había vencido a la Muerte!. Ésta se encaminó hacia un saúco que había en la orilla del río, hizo una varita con una rama y se la entregó. 
 A continuación, el hermano mediano, que era muy arrogante, quiso humillar aún más a la Muerte, y pidió que le concediera el poder de devolver la vida a los muertos. La Muerte sacó una piedra de la orilla del río y se la entregó, diciéndole que la piedra tendría el poder de resucitar a los difuntos. 
 Por último, la Muerte le preguntó al hermano menor qué deseaba. Éste era el más humilde y también el más sensato de los tres, y no se fiaba un pelo. Así que le pidió algo que le permitiera marcharse de aquel lugar sin que ella pudiera seguirlo. Y la Muerte, de mala gana, le entregó su propia capa invisible.
 Entonces la Muerte se apartó y dejó que los tres hermanos siguieran su camino. Y así lo hicieron ellos mientras comentaban, maravillados, la aventura que acababan de vivir y admiraban los regalos que les había dado la Muerte. 
 A su debido tiempo, se separaron y cada uno se dirigió hacia su propio destino.
 El hermano mayor siguió viajando algo más de una semana, y al llegar a una lejana aldea buscó a un mago con el que mantenía una grave disputa. Naturalmente, armado con la Varita de Saúco, era inevitable que ganara el duelo que se produjo. Tras matar a su enemigo y dejarlo tendido en el suelo, se dirigió a una posada, donde se jactó por todo lo alto de la poderosa varita mágica que le había arrebatado a la propia Muerte, y de lo invencible que se había vuelto gracias a ella. 
 Esa misma noche, otro mago se acercó con sigilo mientras el hermano mayor yacía, borracho como una cuba, en su cama, le robó la varita y, por si acaso, le cortó el cuello.
 Y así fue como la Muerte se levó al hermano mayor. 
 Entretanto, el hermano mediano llegó a su casa, donde vivía solo. Una vez allí, tomó la piedra que tenía el poder de revivir a los muertos y la hizo girar tres veces en la mano. Para su asombro y placer, vio aparecer ante él la figura de la muchacha con quien se habría casado si ella no hubiera muerto prematuramente.
  Pero la muchacha estaba triste y distante, separada de él por una especie de velo. Pese a que había regresado al mundo de los mortales, no pertenecía a él y por eso sufría. Al fin, el hombre enloqueció a causa de su desesperada nostalgia y se suicidó para reunirse de una vez por todas con su amada.
 Y así fue como la Muerte se llevó al hermano mediano.
 Después buscó al hermano menor durante años, pero nunca logró encontrarlo. Cuando éste tuvo una edad muy avanzada, se quitó por fin la capa invisible y se la regaló a su hijo. Y entonces recibió a la Muerte como si fuera una vieja amiga, y se marchó con ella de buen grado. Y así, como iguales, ambos se alejaron de la vida. 
J.K ROWLING 

Irrefrenable cuestionamiento.


Cuando lo escuché me recorrió una mezcla de escalofrío con mariposas en el estómago. Esa única palabra, me abrió una caja de dudas, y me anuló absolutamente todas las certezas que podía tener, por más mínima que fuera.
 No creo que mi persona en sí pueda calificarse con un adjetivo tan halagador. Tal vez sí se pueda decir eso de mi personalidad, pero pensar eso me hace sentir una persona egocéntrica, que por supuesto no quiero ser.
 Se supone que debería estar feliz, pero lo único que logré fue hundirme en un mar de dudas y más dudas, que me lleva a un irrefrenable cuestionamiento acerca de la razón por la cual siempre tropiezo con la misma piedra. A lo que respondo con: “Es que te ilusionas fácilmente”. Está conclusión me lleva a distintos caminos:
A – Podría ser que esa palabra fuese tan genuina como su posible sentimiento hacia mí, y concuerde con todas sus acciones previas.
B – Sea tan solo un gesto de cariño, por el cual yo puedo actuar:  ilusionándome, o dejando todo como estaba.
C – Puede que no signifique absolutamente nada y yo esté haciendo mucho escándalo, cosa que creo bastante posible.

martes, 22 de febrero de 2011

Mar de dulzura (hablando con yo )

Basta; puede ser?. Basta. Te lo imploro. No podemos dejarnos seguir pensando en Él. Querer su abrazo, querer verlo, querer escribir su nombre en cada pedazo de hoja libre. No nos podemos dejar ilusionar como si nada, porque ya sabemos como es esto, creo que lo tenés clarísimo. Nos conocemos mucho; demasiado. Y tampoco vamos a hacer algo, porque nos asustamos, ¿no?... Y no, ¿viste como sé?. Hay que parar antes de que te ahogues en un mar de dulzura. Sí, de dulzura...y encima un mar.